domingo, 10 de diciembre de 2017

The Boneyard

En cosas sin importancia:

El otro día navegando por la Internet (No es broma, según la RAE así se le debe de decir “La Internet”. Además, siempre quise usar esa palabra aunque sea solo una vez), llego a una de esas páginas de cine B que tanto me gustan, así que, sin más, me puse a ver los títulos de las películas. Sobra decir que en el mundo del cine B hay películas tan grandiosas como Braindead, hasta otras con tramas muy fumadas, como cabras zombies (Black Sheep).

En fin, navegando por la página, reconozco algunos títulos de películas, también veo el de otros que en mi vida los había escuchado, algunos tienen títulos tan divertidos y graciosos, dignos de puras producciones de muy bajo presupuesto -algo muy característico del cine B-. Y así sigo un rato más dándole, navegando de título en título. Pero, de repente, ¡sopas!, aparece un título que me suena conocido, un título que por alguna razón sigo recordando después de tanto tiempo. Es el título de una película que de niño me traumo (o eso recuerdo).

Es curioso como después de tanto tiempo un nombre queda guardado en la psique. Y, por alguna razón, en un recóndito lugar de Internet (Ya no le voy a decir La Internet, suena como a las traducciones de “A todo gas”), este sale a luz, relumbrando con toda intensidad en la cotidianidad de la vida diaria, como un faro proyectando su luz en la inmensidad del océano que llamamos vida.

Pero, dejo de divagar, ¿de qué trata la película? En este punto, me era difícil recordar de qué iba, sólo recordaba pequeñas partes de la película, escenas casi casi abstractas, pero que tenía presente que me habían provocado mucho mucho miedo; y esa sensación quedo guardada sobre esa película.

El título de la película: “Depósito de Cadáveres” (The Boneyard 1991). Así que sin más, siendo las 3:00 a.m. (no soy muy conocido por tomar muy buenas decisiones, lo sé, pero como iba a dejar pasar esa apoteosis), dispuesto a visionar aquello que me causa miedo - y por qué no, vencer-, y tras casi 30 años después, le di play (porque también estaba online, que bonito lugar es La Internet, digo Internet!)

Veo las primeras escenas de la película, parece tratar sobre un policía trabajando junto con una vidente sobre un crimen, esto los lleva a una morgue, y hay comienza toda la película. En fin, sin entrar en grandes detalles sobre la trama de la película, y solo ahondando en aquello que recordaba que me causaba mucho miedo, logre visualizar aquellas imágenes abstractas -que tenía en mi cabeza- en muchas de las escenas de la película; todo tenía sentido: los rituales, las personas practicando canibalismo, todo se parecían a aquellas escenas que recordaba.

Al terminar la película, me pareció que fue un ejercicio interesante…. Y muy aburrido.

Todas esas imágenes que me provocaban miedo, resulta que no eran tan escalofriantes como las recordaba, y no era algo fuera de lo común del Cine B. (Pero, sí, para los ojos de un Infante, pueden resultar difíciles de visionar).

“¡Con eso te asústate, Vato?” Me daban ganas de decirle a mi mí mismo de 30 años atrás (Después me invitaría un Mazapán, porque, no manchen, también soy yo)

Realmente es curioso como mucho de los recuerdos se van convirtiendo en cosas difusas, incluso hasta intimidatorias, y como a pesar de pasar el tiempo (y que probablemente uno puede vencerlas) están siguen presentes, causando miedo… Como si uno mismo se trolleara. En fin.

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