sábado, 23 de diciembre de 2017

Fugacidad

Tengo un montón de cosas por hacer, y aquí estoy, pelando una mandarina.

De verdad, qué cosa tan maravillosamente trolleadora puede ser uno mismo para sí mismo, desestimando aquellas cosas con prioridad, y dando preponderancia a aquellas, que si las racionamos bien, no la tienen.

Borges, en su libro Atlas, decía lo siguiente:
«estamos hechos, no de carne y hueso, sino de tiempo, de fugacidad».

Quizás tenga razón: Muchos de los eventos que marcan las diferentes situaciones de nuestra vida, podemos recordarlos a la distancia. A veces uno tras de otro, como una especie de linea trazada en la polvorosa tierra. Por eso, y a la merced de las inclemencias ajenas a nosotros, del caos inerte en la mayor parte de todo, algunas de estas lineas se debilitan, incluso se desvanecen, sin embargo, a la distancia, puede notarse una especie de continuidad.

Por otra parte, todos estos eventos deben de alcanzar un cierto grado de relevancia, de significado, para seguir alargando esa linea (Aunque a veces incluso pueden ser hasta círculos sobre sí) sobre la cotidianidad diaria, sobre nosotros mismos, sobre el tiempo.

Cuanta razón tiene Borges al decir que estamos hecho de tiempo, de fugacidad. Nuestra vida gira alrededor de ambos eventos.

De igual modo, es preciso señalar que también hay eventos (contados con los dedos) donde estos no parecen tener una sucesión, sino que se encuentran fuera de esta linea, fuera del tiempo; eventos a los que uno puede volver y se sienten presentes. Momentos que escapan, que trascienden sobre los demás: una graduación, el recuerdo de un ser querido o cualquier otro evento que tenga un significado para uno mismo. Incluso hasta el simple pelar de una mandaEL TRABAJO! *Avienta su mandarina*.

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