Tengo un montón de cosas por
hacer, y aquí estoy, pelando una mandarina.
De verdad, qué cosa tan
maravillosamente trolleadora puede ser uno mismo para sí mismo, desestimando
aquellas cosas con prioridad, y dando preponderancia a aquellas, que si las
racionamos bien, no la tienen.
Borges, en su libro Atlas,
decía lo siguiente:
«estamos hechos, no de carne
y hueso, sino de tiempo, de fugacidad».
Quizás tenga razón: Muchos
de los eventos que marcan las diferentes situaciones de nuestra vida, podemos
recordarlos a la distancia. A veces uno tras de otro, como una especie de linea
trazada en la polvorosa tierra. Por eso, y a la merced de las inclemencias
ajenas a nosotros, del caos inerte en la mayor parte de todo, algunas de estas
lineas se debilitan, incluso se desvanecen, sin embargo, a la distancia, puede
notarse una especie de continuidad.
Por otra parte, todos estos
eventos deben de alcanzar un cierto grado de relevancia, de significado, para
seguir alargando esa linea (Aunque a veces incluso pueden ser hasta círculos
sobre sí) sobre la cotidianidad diaria, sobre nosotros mismos, sobre el tiempo.
Cuanta razón tiene Borges al
decir que estamos hecho de tiempo, de fugacidad. Nuestra vida gira alrededor de
ambos eventos.
De igual modo, es preciso
señalar que también hay eventos (contados con los dedos) donde estos no parecen
tener una sucesión, sino que se encuentran fuera de esta linea, fuera del
tiempo; eventos a los que uno puede volver y se sienten presentes. Momentos que
escapan, que trascienden sobre los demás: una graduación, el recuerdo de un ser
querido o cualquier otro evento que tenga un significado para uno mismo.
Incluso hasta el simple pelar de una mandaEL TRABAJO! *Avienta su mandarina*.
No hay comentarios:
Publicar un comentario