Es por demás curioso, como en esta época del año, cuando
aún algunas hojas luchan por aferrarse a sus ramas, —ramas que están
prácticamente desnudas—, cuando la hierba blancuzca, tirita inclinada hacia el
suelo, donde todo se ve más pálido, más helado, donde hasta el disco del Sol
parece que va expirar en un último soplo de vida, a uno le llega un cierto
grado de abstracción acerca de algunas cosas.
Y es que, como dice Gustave Flaubert en su novela Noviembre:
"Resulta dulce ver como se apaga todo aquello que, poco antes, ardía en
nuestro interior".
Lo que da pie a hacer una especie de recuento y balance
sobre todas aquellas cosas que han ocurrido a lo largo del año, desde aquellos
días verduscos de esperanza o pasión hasta los gélidos y marchitos días de
duelo o angustia. Dónde aquellos pensamientos que permanecen en lo más profundo
de nuestro ser emergen.
Este tipo de pensamientos es necesario capturarlos y no
darles tregua, porque únicamente con un descarnado conocimiento sobre estos,
nos permite una comprensión de nosotros mismos.
Así que es momento de formular esos pensamientos —por más
duro que sea—:
“Está bien curioso cómo en esta época del año si te pones
en la sombra te da frío, y si te pones en el sol te quema bien fuerte.
Debería de existir un manual para alcanzar el equilibrio”
Un momento... ¡Cómo que no se trata de ese tipo de pensamientos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario