jueves, 27 de diciembre de 2018

Carl Sagan

Tenía un buen rato que no releía ese libro de ‘Miles de Millones’, de Carl Sagan.

La obra de Carl Sagan está llena de conocimiento práctico, y aplicable a la realidad. Su trabajo habla de un montón de temas de interés mundial y lo hace con un lenguaje tan simple, y sin sacrificar nada de la profundidad en sus escritos. 

Un genio, simplemente.

¿Por qué esta brevísima introducción? Porque, bueno, uno de los muchos temas que trata su obra es el conflicto hombre-naturaleza, así como también, el fundamentalismo religioso y la superstición en general.

Y es que sólo hay que pensarlo un poco; es por demás curioso cómo los seres humanos destruimos una naturaleza tangible, que podemos ver y tocar, pero respetamos y veneramos a deidades y divinidades invisibles.

Quizás debería de ser al revés… quizás.

Máquina del Tiempo

He ideado una máquina del tiempo, pero no es del tipo en que, después de colocar una fecha —y conseguir un Condensador de flujo, y un "chaleco salvavidas"— vas a ese preciso lugar.

Sino, más bien, es una especie de mensaje en una botella arrojada a la inmensidad del tiempo, una cápsula de tiempo de mí para mí —qué 'cool' suena eso—.

Pero, ¿cómo lo hago? Sencillo, programando un SMS con fechas de entregas en el futuro, y dirigidos hacia mí mismo. Así, en determinado momento, recibo algo de mi yo del pasado a mi yo del futu,OK, se entiende el punto.

(Sí, ya sé que mi máquina del tiempo ahora ya no suena 'cool' ni genial, pero. ¿qué se le va a hacer? Se hace lo que se puede con lo que se tiene).

Pero que no se malentienda, mi maquina del tiempoESTA BIEN! Los SMS no tiene nada que ver con rollos místicos, o de superación personal, o mensajes metafísicos, (ni siquiera tienen que ver de un pesimismo exacerbado). Son, más bien, SMS sin mucho sentido o contenido práctico, como, por ejemplo:

•Sí lleva limón, lleva sal.
•Si eres un príncipe Saiyajin, no te confíes del “Insecto” que llaman Kakaroto.
•42.
•¡No cruces los Rayos!
•¿Quién pompó?
• ¡A darle, Átomos!
• ¡Dame tu fuerza, Pegaso!

Y pues así.

Y es que, en mi opinión, buscarles un eterno sentido a las cosas en el tiempo, es una de las cosas más cansadas que se me ocurren; como caminar sin ir disfrutando del camino.

¡Además, se me hace de lo más gracioso recibir un SMS de mí mismo, porque, básicamente, tengo 8 añoDIGO NADA!

Hora de Schrödinger

A lo largo de estos años de dormir un poco tarde, he desarrollado la teoría de que entre las 4:15 a.m. y las 4:45 a.m. es lo que llamaría la “Hora de Schrödinger”:

Ya es demasiado tarde para dormir, pero sigue siendo muy temprano para levantarte.

(Sí, no es una hora completa, pero no sonaba 'cool' la “Media hora de Schrödinger”.)

3:00 a. m.

Dentro de muchas prácticas, las 3:00 a. m. tienen un significado -sin entrar en detalles- místico y espiritual. Algunos con un significado más radical y pertubador que otros.

Y yo aquí, viendo rituales... Un momento, ¿dije rituales? Quiero decir tutoriales.

Sí, tutoriales de cómo encuadernar y empastar hojas para armar un libro. Y así tener una colección de libros impresos que son muy muy complicados de encontrar, porqué ya no lanzan tirajes de esos ejemplares... Brrr, quétemerario soy.

Perdón por esta vida loca.

Garfield

Estaba viendo hace rato a Garfield, porque si uno quiere ver caricaturas a las 3:00 a.m., no hay bronca, para eso uno es adulto —lo que sea que eso signifique—.

Y bueno —como nos pasa con un montón de cosas—, tenía recuerdos vagos de lo que iba la caricatura, alguno que otro capítulo que recordaba, un recuerdo por aquí y por allá.

Es por demás curioso como muchas de esas caricaturas que uno veía de infante, uno se queda con la parte más colorida y vistosa, y no entiende muchas otras situaciones. Y está bien, para eso uno es niño. Pero que, sin embargo, al pasar el tiempo las ves y vuelves a esas escenas, las visualizas de otro modo, de una forma diferente.

En un momento del capítulo (el cual adjunto al final de esta verborrea), Garfield hace un brevísimo monologo con un espejo. Pero antes, un breve antecedente, Borges, presuponía que un espejo –en el aspecto más positivo– era un instrumento para la auto-contemplación y que este podía servir como un medio que podía llevarnos, para bien o mal, al conocimiento de uno mismo. Y bien, en su pequeñísimo monologo, Garfield suelta la siguiente excepcional línea: “¿han tenido uno de esos días en que no saben de qué lado del espejo están?”

¡Bravísimo!


Después, el capítulo continúa hacia una revisión de la fábula La Tortuga y la Liebre. Y donde, al final, los personajes sueltan una crítica genial a todas aquellas, que llamaremos, capsulas de sabiduría, como pueden ser, por ejemplo, los refranes y varias fabulas.
(Que, aunque muchos de estas relatos y exposiciones pueden tener mucho de sentido común, muchas distan de ser reglas generales. Algunas de estas narraciones, incluso hasta se contradicen unas a otras, los refranes, por ejemplo)


En fin, regresando al inicio. Después de la muy breve disertación anterior y para agregar algo más, he ahí la divergencia del paso del tiempo en cada uno de nosotros, del correr de los años. Porque, en mi opinión, esa es la diferencia de ir creciendo:
Visualizar y hacer las cosas de una forma diferente a como recordamos que lo haríamos (ojalá sea para mejor).

Qué buenísima caricatura.



WhatsApp


En una nueva entrega de: “Es curioso como la tecnología te pone en nuevos enredos y no te da la capacidad de superarlos”.

Llevo ya tres días viendo que WhatsApp (iOS) me da los “Buenos días, Buenas noches... “, en una ventana que te sigue a todos lados —en el cambiar de una aplicación a otra— y no puedes quitarla. En serio, es creepy, extraño, pertubador.

“Deja de fingir que eres una persona, solo eres un montón de algoritmos para una tarea muy específica”, dan ganas de decirle.

Ni Siri hace eso.

Brrrr.

En cosas sin importancia

En cosas sin importancia:

Es por demás curioso, como en esta época del año, cuando aún algunas hojas luchan por aferrarse a sus ramas, —ramas que están prácticamente desnudas—, cuando la hierba blancuzca, tirita inclinada hacia el suelo, donde todo se ve más pálido, más helado, donde hasta el disco del Sol parece que va expirar en un último soplo de vida, a uno le llega un cierto grado de abstracción acerca de algunas cosas.

Y es que, como dice Gustave Flaubert en su novela Noviembre:
"Resulta dulce ver como se apaga todo aquello que, poco antes, ardía en nuestro interior".

Lo que da pie a hacer una especie de recuento y balance sobre todas aquellas cosas que han ocurrido a lo largo del año, desde aquellos días verduscos de esperanza o pasión hasta los gélidos y marchitos días de duelo o angustia. Dónde aquellos pensamientos que permanecen en lo más profundo de nuestro ser emergen.

Este tipo de pensamientos es necesario capturarlos y no darles tregua, porque únicamente con un descarnado conocimiento sobre estos, nos permite una comprensión de nosotros mismos.

Así que es momento de formular esos pensamientos —por más duro que sea—:
“Está bien curioso cómo en esta época del año si te pones en la sombra te da frío, y si te pones en el sol te quema bien fuerte.

Debería de existir un manual para alcanzar el equilibrio”

Un momento... ¡Cómo que no se trata de ese tipo de pensamientos?