A punto de terminar este año, creo que es un buen momento
para reflexionar.
¿Pero por qué hacerlo? Porque, a veces, es necesario un
recuento, una especie de compendio sobre hechos y momentos que, por alguna u otra
razón, dejaron una huella dentro de uno mismo. Una especie de balanza intima,
un convenio consigo mismo.
Haciendo una remembranza –remota, confusa y lucidamente;
como debe ser-, este año que termina, me dejo muchas enseñanzas, muchas
reflexiones y mucha madurez.
Pero, por suerte, olvide todo eso. ¡Te gané, 2016!
Un momento, ¡cómo que no iba así?