miércoles, 9 de noviembre de 2016

Elecciones 2018

Yo, mirando las noticias.

No quiero sonar a cliché, pero, oh, los libros, qué cosa tan maravillosa son. En serio, en ellos puedes encontrar simple y llana diversión, pasajes, textos, información y toda clase de conocimiento y, por qué no, hasta especies de mantras.

Es curioso como algún fragmento que leés toma una cierta dimensión con alguna circunstancia de la vida. Y aunque Sagan, porque de él me estoy refiriendo, escribió pasajes más elocuentes sobre el racismo, la xenofobia y la mezquindad humana (Y que suponía se resolverían inculcando en las personas la maravilla de la inmensidad del espacio y el tiempo). Hay uno que, en lo particular, guardo con mucho cariño. Pero, es necesario darle un poco de contexto al siguiente fragmento -escrito en el libro ‘Miles de millones’-; Carl Sagan lo escribió consciente que estaba al final de sus días, con una mielodisplasia que no lo dejaría más, y ,en tan vulnerable situación, escribió las siguientes líneas:

«Ante el espíritu destructivo y la miopía de la especie humana, todos tendemos a desesperarnos, y yo, por motivos que aún considero muy fundados, no soy precisamente la excepción.

Sin embargo, uno de los descubrimientos de mi enfermedad es la extraordinaria comunidad de bondad a la que deben sus vidas las personas en mi situación. Hay más de dos millones de estadounidenses inscritos voluntariamente en el Programa Nacional de Donantes de Médula, todos ellos dispuestos a someterse en beneficio de un perfecto desconocido a una extracción medular más bien molesta. Millones más contribuyen con su sangre a la Cruz Roja americana y otras instituciones de donantes sin remuneración alguna, ni siquiera un billete de cinco dólares, con el fin de salvar una vida anónima.

Científicos y técnicos trabajan año tras año con grandes obstáculos, salarios a menudo bajos y sin la menor garantía de éxito. Tienen muchas motivaciones, pero una es la esperanza de ayudar a otros, de curar enfermedades, de parar los pies a la muerte. Cuando tanto cinismo amenaza con ahogarnos, resulta alentador recordar cuánta bondad hay por doquier».

Y es que si, cuanto razón en esas líneas. Y ojalá algo de esa bondad este presentes en los tiempos por venir.

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