Yo, mirando las noticias.
No quiero sonar a cliché, pero, oh, los libros, qué cosa
tan maravillosa son. En serio, en ellos puedes encontrar simple y llana
diversión, pasajes, textos, información y toda clase de conocimiento y, por qué
no, hasta especies de mantras.
Es curioso como algún fragmento que leés toma una cierta
dimensión con alguna circunstancia de la vida. Y aunque Sagan, porque de él me
estoy refiriendo, escribió pasajes más elocuentes sobre el racismo, la
xenofobia y la mezquindad humana (Y que suponía se resolverían inculcando en
las personas la maravilla de la inmensidad del espacio y el tiempo). Hay uno
que, en lo particular, guardo con mucho cariño. Pero, es necesario darle un poco de
contexto al siguiente fragmento -escrito en el libro ‘Miles de millones’-; Carl
Sagan lo escribió consciente que estaba al final de sus días, con una
mielodisplasia que no lo dejaría más, y ,en tan vulnerable situación, escribió
las siguientes líneas:
«Ante el espíritu destructivo y la miopía de la especie
humana, todos tendemos a desesperarnos, y yo, por motivos que aún considero muy
fundados, no soy precisamente la excepción.
Sin embargo, uno de los descubrimientos de mi enfermedad
es la extraordinaria comunidad de bondad a la que deben sus vidas las personas
en mi situación. Hay más de dos millones de estadounidenses inscritos
voluntariamente en el Programa Nacional de Donantes de Médula, todos ellos
dispuestos a someterse en beneficio de un perfecto desconocido a una extracción
medular más bien molesta. Millones más contribuyen con su sangre a la Cruz Roja
americana y otras instituciones de donantes sin remuneración alguna, ni
siquiera un billete de cinco dólares, con el fin de salvar una vida anónima.
Científicos y técnicos trabajan año tras año con grandes
obstáculos, salarios a menudo bajos y sin la menor garantía de éxito. Tienen
muchas motivaciones, pero una es la esperanza de ayudar a otros, de curar
enfermedades, de parar los pies a la muerte. Cuando tanto cinismo amenaza con
ahogarnos, resulta alentador recordar cuánta bondad hay por doquier».
Y es que si, cuanto razón en esas líneas. Y ojalá algo de
esa bondad este presentes en los tiempos por venir.
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