domingo, 20 de noviembre de 2016

Dragon Ball Super

Últimamente veo a muchos fans molestos por Dragon Ball Super. Yo, la verdad, lo deje de ver desde que salió Bills. Y es que, simplemente, no me enganchó la trama ni la temática de la serie. No quiero caer en el cliché de que todo lo pasado fue mejor, pero lejos quedaron aquellos capítulos donde, por alguna razón u otra, algo se quedaba guardado en tu memoria.

Y aquí una breve explicación:
Durante mucho tiempo, era identificable la línea de los personajes, estos estaban delimitados y tenían coherencia –en su Universo-, con sus aspiraciones y objetivos, incluso, si podemos decir, hasta de sus propios sueños (Claro, hasta La Saga de Freezer, y, más o menos, hasta La Saga de Los Androides)

Por ejemplo:
Los dos personajes principales: Goku y Vegueta.

Goku:
Es el protagonista, pero está medio zonzo, va por la vida sin pensar mucho y razonar lo qué hace, y a la mera hora le pesa la mano para hacer lo que tiene qué hacer. Pero aún así, siempre se sacrificará por lo que considera que es lo correcto.

Vegueta:
A diferencia de Goku, a ese tipo no le importa sí para cumplir lo que tiene qué hacer, tiene que ir directo al mismo Infierno por esto, y todo para, valga la redundancia, cumplirse a sí mismo.

Ambos, antagónicos (Héroe y Villano). Sin embargo, el trato que se le dio ambos personajes durante la serie fue de lo más adecuado. Incluso, se puede leer de trasfondo que villano y héroe no son muy diferentes en sus convicciones, sólo en sus métodos (Quizás eso es lo que diferencia al héroe del villano: los métodos). En resumen, eran capítulos muy buenos.

Y bueno, ahora pasemos a Dragon Ball Super; como decirlo y cómo empezar… umm... emm… Bueno, Goku y Vegueta pasaron de todo lo anterior a, pareciera, contar chistes.





martes, 15 de noviembre de 2016

Imagina

Escuchar, después de tantos años de no hacerlo, la canción de ‘Imagina’ de Genitallica e ir entretejiendo una especie de ensayo. Vaya, ¿con qué esto es crecer?

Curioso. Quizás crecer solo se reduce a ir haciendo las cosas de una forma diferente.



lunes, 14 de noviembre de 2016

Superluna

Hoy era la ´Superluna´, y todo está muy nublado.


A veces la realidad no es tan chida, pero, qué se le va a hacer.

sábado, 12 de noviembre de 2016

El Viejón Agrio

Casi no sigo ninguna cuenta temática como ‘El Viejón Agrio’, o similares (muy pocas, realmente). Y es que, a veces, me imagino que son páginas con ondas de Dostoyevski o Asimov (o autores similares, bueno, que son barbones y amargados), y ya luego veo que no va de eso.


Y pues está bien, la realidad nunca es tan chida. El chiste es no enredarse en batallas ilusorias –o en las menos posibles–.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Elecciones 2018

Yo, mirando las noticias.

No quiero sonar a cliché, pero, oh, los libros, qué cosa tan maravillosa son. En serio, en ellos puedes encontrar simple y llana diversión, pasajes, textos, información y toda clase de conocimiento y, por qué no, hasta especies de mantras.

Es curioso como algún fragmento que leés toma una cierta dimensión con alguna circunstancia de la vida. Y aunque Sagan, porque de él me estoy refiriendo, escribió pasajes más elocuentes sobre el racismo, la xenofobia y la mezquindad humana (Y que suponía se resolverían inculcando en las personas la maravilla de la inmensidad del espacio y el tiempo). Hay uno que, en lo particular, guardo con mucho cariño. Pero, es necesario darle un poco de contexto al siguiente fragmento -escrito en el libro ‘Miles de millones’-; Carl Sagan lo escribió consciente que estaba al final de sus días, con una mielodisplasia que no lo dejaría más, y ,en tan vulnerable situación, escribió las siguientes líneas:

«Ante el espíritu destructivo y la miopía de la especie humana, todos tendemos a desesperarnos, y yo, por motivos que aún considero muy fundados, no soy precisamente la excepción.

Sin embargo, uno de los descubrimientos de mi enfermedad es la extraordinaria comunidad de bondad a la que deben sus vidas las personas en mi situación. Hay más de dos millones de estadounidenses inscritos voluntariamente en el Programa Nacional de Donantes de Médula, todos ellos dispuestos a someterse en beneficio de un perfecto desconocido a una extracción medular más bien molesta. Millones más contribuyen con su sangre a la Cruz Roja americana y otras instituciones de donantes sin remuneración alguna, ni siquiera un billete de cinco dólares, con el fin de salvar una vida anónima.

Científicos y técnicos trabajan año tras año con grandes obstáculos, salarios a menudo bajos y sin la menor garantía de éxito. Tienen muchas motivaciones, pero una es la esperanza de ayudar a otros, de curar enfermedades, de parar los pies a la muerte. Cuando tanto cinismo amenaza con ahogarnos, resulta alentador recordar cuánta bondad hay por doquier».

Y es que si, cuanto razón en esas líneas. Y ojalá algo de esa bondad este presentes en los tiempos por venir.