lunes, 15 de junio de 2015

Tiempo

En las películas, literatura, etc. los personajes recuerdan con lujo de detalle muchas situaciones pasadas. En la vida real pocas personas pueden recordar así. La mayor parte son recuerdos difusos, recuerdos que con el paso del tiempo quizás toman una nueva dimensión; símbolo de una memoria imperfecta. A lo mejor, como diría Borges, si «estamos hecho de tiempo» y de memorias difusas, como infinitos espejos rotos reflejándose entre si:

Diálogos con Borges: el orden y el tiempo.
—Osvaldo Ferrari: Una de las impresiones que uno tiene al conocer su obra y al conocerlo a usted, Borges, es la de que hay un orden al que usted guarda rigurosa fidelidad.
—Jorge Luis Borges: Me gustaría saber cuál es (ríe).
—Osvaldo Ferrari: Bueno, es un orden que preside, naturalmente, su escritura y sus actos.
—Jorge Luis Borges: Mis actos, yo no sé. La verdad es que he obrado de un modo tan irresponsable... Usted dirá que lo que yo escribo no es menos irresponsable, pero yo trato de que lo sea, ¿no? Además, tengo la impresión de vivir... casi de cualquier modo. Aunque trato de ser un hombre ético, eso sí. Pero mi vida es bastante casual, y trato de que mi escritura no sea casual, es decir, trato, bueno, de que haya algo de cosmos, aunque sea esencialmente el caos. Como puede ocurrir con el universo, desde luego: no sabemos si es un cosmos, o si es un caos. Pero, muchas cosas indican que es un cosmos: tenemos las diversas edades del hombre, los hábitos de las estrellas, el crecimiento de las plantas, las estaciones, las diversas generaciones también. De modo que cierto orden hay, pero un orden... bastante pudoroso, bastante secreto, sí.
—Osvaldo Ferrari: Hoy quisiera hablar con usted sobre aquello que me ha parecido su mayor preocupación: me refiero al tiempo. Usted ha dicho que la palabra eternidad es inconcebible.
—Jorge Luis Borges: Es una ambición del hombre, yo creo: la idea de vivir fuera del tiempo. Pero no sé si es posible, aunque dos veces en mi vida yo me he sentido fuera del tiempo. Pero puede haber sido una ilusión mía: dos veces en mi larga vida me he sentido fuera del tiempo, es decir, eterno. Claro que no sé cuánto tiempo duró esa experiencia porque estaba fuera del tiempo. No puedo comunicarla tampoco, fue algo muy hermoso.
—Osvaldo Ferrari: Sí, no es concebible la eternidad; así como, quizá, hablamos del infinito pero no es concebible por nosotros, aunque sí podemos concebir lo inmenso...
—Jorge Luis Borges: Bueno, en cuanto a lo infinito, digamos, lo que señaló Kant: no podemos imaginarnos que el tiempo sea infinito, pero menos podemos imaginarnos que el tiempo empezó en un momento, ya que si imaginamos un segundo en el que el tiempo empieza, bueno, ese segundo presupone un segundo anterior, y así infinitamente Ahora, en el caso del budismo, se supone que cada vida está determinada por el karma tejido por el alma en su vida anterior. Pero, con eso nos vemos obligados a creer en un tiempo infinito: ya que si cada vida presupone una vida anterior, esa vida anterior presupone otra vida anterior, y así infinitamente. Es decir, no habría una primera vida, ni tampoco habría un primer instante del tiempo.
—Osvaldo Ferrari: En este caso habría una sospechosa forma de eternidad.
—Jorge Luis Borges: No, de eternidad no: de infinita prolongación del tiempo. No, porque la eternidad creo que es otra cosa; la eternidad yo he escrito sobre eso en un cuento que se llama “El Aleph” es la, bueno, la muy aventurada hipótesis de que existe un instante, y que en ese instante convergen todo el pasado, todos nuestros ayeres como dijo Shakespeare, todo el presente y todo el porvenir. Pero, eso era un atributo divino,
—Osvaldo Ferrari: Lo que se ha llamado la triada temporal
—Jorge Luis Borges: Si, la triada temporal.
Ahora, lo que advierto es que esta familiaridad por momentos angustiosa, con el tiempo, o con la preocupación por el tiempo que usted tiene, bueno, me ha hecho sentir que en esos momentos en que usted habla del tiempo, el tiempo parece corporizarse, parece tomar forma corpórea, parece percibírselo como un ente corporal.
Y, en todo caso, el tiempo es más real que nosotros. Ahora, también, podría decirse y eso lo he dicho muchas veces que nuestra sustancia es el tiempo, que estamos hechos de tiempo. Porque, podríamos no estar hechos de carne y hueso: por ejemplo, cuando soñamos, nuestro cuerpo físico no importa, lo que es importa es nuestra memoria y las imaginaciones que urdimos en esa memoria. Y eso es evidentemente temporal y no espacial.
Tomado de: "Conversaciones de Jorge L. Borges con Osvaldo Ferrari", aparecidas en 1984 en el periódico Tiempo Argentino


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