domingo, 14 de junio de 2015

Noctuario

A mí Thomas Ligotti sí me provoca miedo. ¿Cosas sobrenaturales, fantasmas y esas cosas? ¡Bah! Lo realmente espeluznante son los absurdos y sin sentidos de la naturaleza y conciencia humana, el caos imperante en casi todo, la finitud humana en un universo, prácticamente, infinito, el vació y hastió presente en casi todas las cosas.
Thomas Ligotti es una voz subversiva que te golpea y destroza la cabeza, como si de un gorila espalda plateada se tratara.

Dregler se hizo otra docena de preguntas sobre aquel trivial itinerario, aquel húmedo día, y la ciudad a su alrededor, donde se multiplicaban los paraguas como champiñones bajo el cielo gris, hasta que estuvo totalmente convencido de carecer de cualquier sensación de bienestar. Un poco antes le había preocupado que el flujo de sus propias reacciones a lo largo de ese día no fuera el de un hombre que con toda probabilidad iba a enfrentarse a la Medusa. Le preocupaba llegar a tomarse este recorrido y su destino con demasiado entusiasmo, o como si fuera algún tipo de aventura; en resumen, temía que su actitud pudiera resultar ser, hasta cierto punto, la actitud de un demente. Estar cuerdo, sostenía, significaba o bien estar sedado por la melancolía o activado por la histeria, dos reacciones que están «disponibles siempre y por igual para aquellos de correcto entendimiento». Todas las demás reacciones eran irracionales, simples síntomas de imaginaciones perezosas, de recuerdos ociosos. Y más allá de estas reacciones mundanas, la única elevación posible, la única trascendencia válida, era el sarcasmo: un gozo que aniquilaba el universo visible con burlas de oscuro júbilo, un éxtasis consciente. Cualquier otra cosa en el camino hacia el «misticismo» era una señal de desvío o distracción, y una herejía contra lo evidente.

Tomado de:
Libro: 'Noctuario', de Thomas Ligotti. 
Cuento: 'La medusa'.





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