En cosas sin importancia:
No soy muy fan de las Rifas y cosas así, y aunque a veces
compro boletos, es más por solidaridad que por el valor del premio –porque,
bueno, como muchos de nosotros, en los juegos de azar nunca me gano nada–.
En fin, cuando llega ese momento en que, por un instante se
paraliza el mundo y puedes sentir casi las pulsaciones de tu mismito corazón,
tu interlocutor muy amablemente te pregunta: ¿Qué número le anoto?
Puedes responder de varias formas, las más comunes:
-El que sea (Y aquí tu interlocutor puede anotar un número,
o tu seleccionar cualquiera de los que te vaya diciendo la otra persona y que
quedan libres)
-O la de usar un número que uno considera importante
(cuando es posible, cabe aclarar).
En esta última respuesta, el numero puede ser la fecha de
algún evento que consideramos relevante (un cumpleaños, quizás, un aniversario,
etc.) o algún otro número que consideramos cabalístico, de un sentido
enigmático, pues.
Como la mayoría de todos y cuando es posible, suelo decir
que me anote un numero con algún evento importante. Quizás todos consideramos
aquel cumpleaños, aquel aniversario o aquella graduación, algo importante y que
puede darnos suerte.
Es por demás curioso como tratamos de delimitar un probable
resultado en un juego, de un evento de azar y de cientos de posibilidades, con
un evento personal.
Y está bien, porque eso es lo que hacemos todos. Darle
sentido con cumpleaños, con graduaciones, con aniversarios, –o cualquier otra
fecha que represente algo para cada uno de nosotros– a todo ese revoltijo de
eventos y sucesos que transcurren en el tiempo. Sin darnos cuenta, mediante
esto estamos delimitamos el caos y la futilidad de las cosas.
Algo bonito por dónde se le mire.
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