sábado, 19 de agosto de 2017

Armisticio II

Antes, esas preguntas -y sus variaciones- de ‘¿Qué diría el niño que fuiste, del adulto que eres ahora?’ medio me intrigaban, y pensaba en enrevesadas interpretaciones.

En su momento -como nos pasa con montón de cosas-, lo considere como un problema de, sí no de suma importancia, sí de algo significativo y con cierta relevancia. Respuestas entrelazadas, y a veces hasta evocaciones casi casi místicas (solo por llamar así al entorno metafísico y espiritual) eran algunas de las posibles respuestas, -aunque ninguna llegó a ser concreta-.

Por alguna razón, era algo que consideraba que requería mi atención. En fin, con el paso del tiempo -y como pasa con un montón de cosas- esas cavilaciones dejaron de ser importantes.

Ahora, con el paso del tiempo y los trucos que uno va aprendiendo sobre la marcha, ese tipo de preguntas (tan relevantes y merecedoras de toda mi atención), las resuelvo de la forma más idónea: apagando la luz y yéndome a dormir.


¡Un momento! ¡Cómo que no era así?

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